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Philippe De Commynes, embajador de Carlos VIII en Francia, describe Venecia al final del siglo XV como la mayor ciudad triunfal que exista y al Canal Grande como la calle más bonita y mejor construida que haya en el mundo.
En las Telas de la Scuola Grande de S. Juan Evangelista vemos ilustradas las palabras de De Commynes: una pintoresca humanidad que como las hormigas invade los espacios de Venecia. Los autores de las obras son Carpaccio , Bellini , Bastiani, Diana y Mansueti.
En la historia del cuadro del “Milagro de la Cruz” en Rialto de Vittorio Carpaccio, vemos un gondolero africano con una elegante librea que maniobra con elegancia la embarcación desde la popa. Un perrito blanco está sobre otra góndola y mira estupefacto y perezoso el espectáculo. En las orillas hay caballeros, burgueses y Compagnia della Calza, una asociación de jóvenes que se dedican a la diversión y a la cultura. Esta visión de la ciudad se relata en las notas del diario de Marín Sanudo, un joven y culto humanista, y en el plano de De Barbari de 1500.
En 1529, Venecia es la segunda ciudad de Italia y la tercera de Europa por número de habitantes. En aquella época los patricios vestían con seda, damasco y terciopelo.
Durante las ceremonias más solemnes su vestimenta era la toga escarlata , carmesí, rojiza o de oro. También el clero se viste con colores deslumbrantes. Las mujeres de los nobles y de los burgueses pudientes alardean de sus riquezas mostrando trajes suntuosos y joyas preciosas.
En el siglo XVI, Venecia es la capital de la moda. Una peculiaridad de las mujeres venecianas es el color de los cabellos, rubio cobrizo, llamado "rubio Tiziano" porque se ve en la melena de las protagonistas de sus cuadros .
Las fiestas en honor de la visita de Enrique III de Francia , son una ocasión para la Serenissima de ostentar frente al mundo su propio poder y magnificencia.
A la llegada del rey al Lido, protegido por un baldaquín llevado por seis Procuradores de San Marcos, pasa bajo un arco triunfal obra de Palladio para subir al Bucintoro que lo lleva hasta Ca' Foscari donde se ha establecido su residencia. Desde la ventana puede admirar el singular espectáculo constituido por la gran cantidad de botes reunidos en el canal de abajo. Durante toda la noche permanecen encendidas una infinidad de luminarias y cada noche se dan conciertos bajo sus ventanas.
Para la ocasión, se organiza una magnífica regata. Se ve un horno flotante en medio del Canal Grande, donde durante tres noches consecutivas se realizan preciosos vidrios soplados.
En el siglo XVI, las cortesanas con elegantes y provocadores vestidos, solían ir en góndola bajo el “felze”, la cobertura de las góndolas, durante la Fiesta de la Sensa o de la Ascensión, organizadas en cortejo acuático por el homónimo río. Esta usanza era tolerada por las autoridades ya que el río estaba en la zona periférica de la ciudad, después se llevó al Canal Grande. Los componentes del Consejo de los Diez, exasperados por el comportamiento de las cortesanas, les prohibieron andar en góndola con el felze, comprar casa cerca del Canal Grande, llevar vestidos de seda, mostrar joyas, ir a misa y en definitiva asumir a su servicio domésticas menores de treinta años.
Hacer respetar las leyes sin embargo era perder el tiempo. Muchas veces las cortesanas alquilaban de forma insospechada apartamentos en los palacios vecinos al Canal Grande, utilizando el nombre de los propietarios nobles e intimidando a los encargados de la vigilancia de las costumbres. “Los patricios ya no llevan la toga.... La superficialidad y el lujo son tales de dar nauseas”, así escribe al final del siglo dieciocho en su diario Àngelo María Labia, prelado, poeta y miembro de una reciente familia del patriciado Véneto.Estamos en 1750 , la nobleza veneciana es propietaria de ingentes riquezas, al mismo tiempo Venecia está llena de mendigos. Los funcionarios del Estado, una vez famosos por su devoción a la Dominante, destacan por su corrupción.
Venecia, durante su larga decadencia atrae visitantes de todas las partes del mundo , pero el lujo ostentado y extravagante no puede cubrir una realidad ya deteriorada. Es una civilización que muere.
Michelangelo Mandich
1500 - - rev. 0.1.16