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El visitante que callejea a pie o en barca por Venecia, observa rápidamente que la ciudad despliega un conjunto paisajístico urbano único, infinitamente variado y sorprendentemente uniforme.
Cada calle o canal ofrece una vista diferente de una ciudad que parece construida sobre el agua según modelos que se repiten, que nunca son idénticos y sin embargo son bien reconocibles. No es extraño perderse en tal maravilloso laberinto. El modelo básico de construcción, con frecuencia repetido en edificios colocados uno al lado del otro, es la fachada abierta por una serie de ventanas contiguas al centro y otras más alejadas unas de otras, a los lados fachada de la Ca’ de Mosto (antes de 1242), Ca’ Foscari (hacia 1450), Palacio Dolfin Manin (1536-1545), Ca’ Pésaro (iniciada hacia 1652) y Palacio Grassi (empezado en 1748).
Las variaciones no faltan: en el número de ventanas, en la ausencia de uno de los dos lados o el número de pisos encima de la planta nobiliaria, en los que se repite el mismo modelo. Sin embargo, el modelo se reconoce fácilmente y sorprende su extendida presencia por todos los rincones de la ciudad, desde el Canal Grande hasta los suburbios y de Murano a Chioggia. Se encuentra incluso en rincones lejanos del Mediterráneo, en Eubea, en Creta, en Corone y Modone, y en ciudades de Dalmacia e Istria, como clara confirmación de las antiguas relaciones con Venecia.
No es menos sorprendente que el modelo se haya conservado con los siglos, tanto en los palacios románicos como en los renacentistas y barrocos.
Cambian los estilos pero la tipología es la misma, sea una suntuosa fachada sobre el Canal Grande, una modesta casa en un campo o en una calle apartada, un edificio de ladrillo del siglo XIII o un palacio barroco revestido de mármol.
¿Cuándo se ha creado esta tipología? ¿Cuál es su origen?
La riqueza y el poder, también cultural, de Venecia están históricamente enlazados con la extraordinaria fuerza y vastedad de sus relaciones comerciales. Es de suponer que una red tan densa de relaciones y con un radio de acción tan grande, haya convertido a la ciudad en un centro capaz de recoger, valorar y hacer suyas inspiraciones de la proveniencia más variada y lejana.
De todos los centros de la Edad Media, Venecia parece ofrecer la mejor predisposición histórica en cuanto a formas de contaminación cultural. Quizás, precisamente por esta razón, también el origen del palacio residencial se ha buscado en fuentes lejanas y proveniencias diferentes. Este palacio es una característica arquitectónica principal de la ciudad que ha suscitado desde siempre la curiosidad de los visitantes.
Desde el siglo XVIII, el palacio veneciano ha sido objeto de estudio e interpretación, relacionándolo con la estructura de las villas tardo-antiguas o con la tipología de los palacios de la nobleza bizantina en Constantinopla. Recientemente, sin embargo, una nueva interpretación explica la formación de esta tipología en relación directa con las particulares condiciones geográficas, físicas, históricas y culturales de la ciudad. Esta teoría ha sido avalada por una revisión de los datos arquitectónicos y documentales relativos a la historia más antigua de las residencias privadas de Venecia. Se trata de una explicación simple y plausible.
En la exploración de los palacios venecianos, merece la pena tener presente algunos argumentos que han sido propuestos para valorarla.
El visitante observa las fachadas de los palacios, la capa exterior de los edificios cuya organización y estructura se articulan en primer lugar hacia el interior. En el palacio veneciano, llamado tradicionalmente “ca’ grande” o “ca’ mazor” ("casa grande" o "casa mayor"), la fachada se encuentra normalmente en uno de los dos lados cortos del cuadrilátero ocupado por el edificio (fachada y planta del Palacio Pesaro de los Orfei, Museo Fortuny en Campo S.Beneto - mitad siglo XV-planta de Maretto, Edilizia gótica, pl.XVIII).
Pasado el portón, nos encontramos en un gran espacio longitudinal que atraviesa todo el edificio dando a la parte posterior, donde se halla un patio interior o una entrada que da a un canal o a una calle menor. A ambos lados, a lo largo de este espacio central llamado “pórtego”, hay ambientes subdivididos en cuartos más pequeños y al menos en un tiempo utilizados como lugares de servicio y almacén para las provisiones usadas en el palacio. La misma estructura tripartita, con un cuarto central que atraviesa el edificio entero flanqueado a ambos lados largos por dos ambientes más pequeños, se ve de nuevo en el piso superior, la planta noble, y en los edificios más altos en los pisos superiores, a veces añadidos en épocas sucesivas. En algunos palacios, un entresuelo separa una planta de la otra.
Las ventanas de la fachada, más juntas en el centro y más separadas en los lados, reflejan esta estructura tripartita, iluminando respectivamente, el gran “pórtego”, que atraviesa longitudinalmente la parte central del edificio de un lado al otro (y que recibe luz exterior sólo desde los lados cortos) y las habitaciones que lo flanquean (habitaciones en esquina que dan también hacia los muros laterales exteriores del edificio). El “pórtego”, la zona más amplia del palacio, hace a la vez de espacio de representación, de lugar de encuentro y convivencia de la vida familiar y de enlace entre las diferentes habitaciones. Éstas, más pequeñas y fáciles de calentar, tendrán un uso más privado y específico.
Las dimensiones en conjunto cambian según la disponibilidad del terreno, al trazado de los canales y a la forma de las plazuelas. Son sólo los ejemplos más antiguos, los palacios románicos de los siglos XII y XIII, los que presentan significativas variaciones respecto a esta organización. Variaciones que, con un examen atento, sugieren cual haya sido el origen de esta tipología y qué modificaciones ha podido sufrir durante los primeros siglos de intensa urbanización de la ciudad.
Los edificios románicos de Venecia han sufrido innumerables alteraciones en el curso de los siglos, sin embargo, una docena de palacios construidos entre el siglo XII y el siglo XIII está todavía en pie y su estructura original es, al menos en parte, reconstruible. Entre los más significativos están Cà da Mosto, el Fóndaco de los Turcos, Ca’ Loredán y Ca’ Farsetti, todos con bellas fachadas que dan al Canal Grande.
La larga serie ininterrumpida de ventanas en la planta noble sugieren lo que el análisis de la estructura de los muros confirma, es decir, que en origen una gran habitación de recibimiento, llamada sala o “crozola” según las fuentes medievales estaba dispuesta en el centro, paralela a la fachada (planta baja de Ca’ Loredan y piso noble ). Un cuarto trasero, el “portego”, menos amplio, enlazaba la sala con la zona posterior del edificio y en concreto con la escalera que, colocada originalmente en el patio exterior detrás del palacio, subía desde la planta baja hasta la planta noble. En planta, la división de los espacios corresponde a una "T", con el “pórtego” longitudinal haciendo de asta y la sala a lo largo de la fachada transversal.
Una gran sala de recibimiento en la planta noble de un palacio, con amplias ventanas abiertas en la fachada principal, dispuesta en uno de los lados largos del edificio, es todo lo que distigüe los palacios de los poderosos construidos un poco por toda Europa durante la Edad Media. Los comitentes de tales edificios eran, en primer lugar los emperadores, pero la tipología se difunde con rapidez entre los altos cargos, abades, obispos y nobles con poderes de gestión política y administrativa. El antiguo palacio imperial de Parma, el "Palacio de la Arena", como el "Palacio Episcopal" en la misma ciudad, y también el "Broletto en Brescia", son algunos ejemplos entre muchos otros. Versiones privadas y en parte simplificadas de estos palacios se encuentran ya durante el siglo XII.
La Ca’ Soranzo, llamada Casa del Àngel, en el Rio del Mondo Novo ofrece a Venecia un ejemplo de palacio del siglo XII construido según este modelo. No es difícil reconocer entonces que la tipología del palacio veneciano deriva de este tipo de edificios, aunque con una diferencia radical y que tendrá decisivas consecuencias en la evolución tipológica. De hecho, las fachadas de Ca’ Loderan y Ca’ Farsetti no están orientadas hacia los laterales largos del solar, sino hacia el lado corto que mira al canal. La gran sala, y con ésta la fachada del palacio, es ortogonal al eje principal del edificio, no paralela como en los palacios de tierra firme.
Esto significa que el tejado no carga sobre la fachada sino sobre las paredes laterales del edificio. La fachada, privada del papel de sujeción, puede abrirse con una serie de ventanas continuas y puede, levantarse paralela a las riberas de los canales sin peligrosas consecuencias para la estática de los edificios. Las paredes laterales, y no la fachada, sujetan las vigas principales de los techos.
Durante algunos decenios, en la evolución de los palacios románicos a los góticos también cambia la orientación de la sala. Mejor dicho, el papel de representación pasa de la sala paralela a la fachada, al pórtego ortogonal a esta sala (y paralelo a los muros de carga).
El "pórtego" hereda de la sala la iluminación procedente de las ventanas en el centro de la fachada. Los espacios laterales están ahora ocupados por amplias y escenográficas habitaciones de esquina. La reordenación interior se refleja en que las ventanas se alejan entre sí en los dos extremos de la fachada ocupados por estancias en esquina, iluminadas también por ventanas abiertas en las paredes laterales del edificio.
¡Y ya está!, el modelo del palacio veneciano, que permanecerá estable durante los siguientes siglos, se ha formado.
Entonces, ¿es totalmente local la evolución de la casa gentilicia y del paisaje urbano de Venecia?
¿Ninguna aportación del exterior?
Todo lo contrario. Las familias venecianas que durante siglos encargan la construcción de lujosos palacios, aunque también de edificios más modestos, están bien concienciadas y frecuentemente a la vanguardia para acoger los cambios de gusto y de estilos.
La estructura tipológica del edificio permanece fiel a sí misma, debido también y quizás en primer lugar a razones de práctica constructiva por el peculiar terreno de las islas de la laguna.
Sin embargo, la decoración de las fachadas – los perfiles de las ménsulas y de los arcos, la forma de los capiteles, la proporción de las columnas – sufre innumerables variaciones que testimonian la extraordinaria receptividad de comitentes y artistas venecianos, que se ponen al día rápidamente de las últimas novedades estilísticas y decorativas.
Por ejemplo, las arcadas de la fachada de Ca’ de Mosto, que remontan a antes de 1242, presentan una terminación en punta - una ojiva - que con probabilidad refleja las ojivas que decoran las arcadas terminadas en aquellos mismos años en la fachada de la Basílica de San Marcos. El motivo de la ojiva, de antiguo origen indio, fue probablemente importado a Venecia desde Alejandría en Egipto donde se encuentra en edificios construidos durante el siglo XII (Mashhad of Sayyida Ruqayya, Cairo, Egipto, 1133). Como es fácil intuir, el último grito en tema de decoración arquitectónica es inmediatamente adoptado en las fachadas de las lujosas residencias venecianas. Así es que del palacio gótico, del que Ca' d'oro es el ejemplo supremo, se pasa a las elegantes formas renacentistas del Palazzo Grimani en San Lucas y a las formas barrocas de Cà Pesaro.
En su despliegue de una ornamentación tan variada, son precisamente las fachadas de estos palacios, vistas en escorzo desde los esquinas de calles, y campielli y reflejadas en las aguas de los canales, las que convierten en único, rico y variado el paisaje urbano de Venecia.
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