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A diferencia de casi todas las ciudades de tierra firme que han perdido la huella de su precoz industrialización, arrolladas por la expansión moderna, Venecia conserva todavía gran parte de las pruebas de su reciente pasado industrial . De hecho, durante su crecimiento, la ciudad se ha asentada a lo largo de los bordes lagunares, justo allí donde, atraídas al final del siglo XIX por la presencia de eficientes estructuras ferroviarias y portuarias, muchas empresas se trasladaban desde tierra firme, como los Molinos Stucky de Treviso, para equiparse en la Giudecca con muelles y andenes, grúas o aspiradores; o también al lado de las escalas de marcancías, como el Cotonificio Veneziano (Hilandería de algodón), garantizándose así el aprovisionamiento de las materias primas y la posibilidad de acceder a los mayores mercados extranjeros; o se desarrollaban también en los límites orientales y meridionales de la ciudad, en busca de espacios libres y de una relación directa con el agua: como los astilleros en Castello, atraídos por la presencia del Arsenal, auténtica máquina industrial ante literam; o los numerosos molinos, fábricas de pasta, de cerveza, de tejidos, de cemento, de cuerdas o de relojes en la Giudecca, por la gran disponibilidad de áreas libres.
El crecimiento de Venecia en los últimos cien años se debe, por tanto, en buena parte a la exigencia de la industria y de sus actividades complementarias, además de por los equipamientos urbanos de los que se estaba dotando la ciudad: Matadero, Complejo del Gas y Acueducto. Es un crecimiento para nada irrelevante, si se considera que las áreas y las fábricas ocupadas originalmente para estas funciones, y excluyendo el Arsenal, se extienden por 70 hectáreas, algo como cien veces la superficie de la Plaza San de Marcos. Se trataba frecuentemente de edificios imponentes, con numerosa mano de obra (400 trabajadores en las Fundiciones Neville, no menos de 500 en los Astilleros Navales en la Giudecca y en Junghans, 730 en Saffa, más de 1000 en la Fábrica de Algodón y casi 2000 en la Manifattura Tabacchi ).
Entre las capitales del Véneto, que parecen contentarse con un consolidado papel burocrático–administrativo, Venecia constituye por tanto una excepción singular. Respecto a la inmovilidad de una tierra firme, animada sólo por aisladas experiencias suburbanas, y gracias a una atenta política de infraestructuras ferroviaria y portuaria, ya iniciada por el gobierno austríaco, Venecia registra la progresiva concentración de iniciativas empresariales . Éstas, llevan rápidamente a la antigua capital a convertirse en una de las ciudades más industrializadas del país, con vistosas y serias repercusiones sobre el marco urbano y ambiental caracterizado por el contexto lagunar.
La industrialización de Venecia es, por otro lado, el resultado de un proceso que se desarrolla durante más de un siglo, aunque si los complejos industriales de mayor capacidad están realizados en los últimos veinte años del siglo XIX y en los primeros del sigloXX. En la fase precedente existían factorías de pequeñas dimensiones, distribuidas bastante uniformemente por la ciudad, con frecuencia ubicadas dentro de edificios preexistentes y todavía sin una especialización productiva por zonas, exceptuando la concentración vidriera en Murano.
Sin embargo pronto se asistirá a la progresiva localización de empresas más grandes y con un mayor grado de especialización en las áreas periféricas, sobre todo en el arco occidental de la ciudad; serán atraídas por la presencia de las infraestructuras ferroviarias y portuarias, además de una menor resistencia del tejido constructivo y lagunar para acoger las nuevas instalaciones productivas.
De esta forma, la ciudad, que incluso había tenido en el Arsenal y en Murano dos precoces antecedentes de auténticas ciudades-fábrica, se llena a lo largo de sus bordes de chimeneas, grúas, cuberturas de hierro y vidrio, edificios rojizos de ladrillos, escaleras y andenes, animados por el cotidiano movimiento de barcos, barcazas, vagones ferroviarios, mercancías y obreros.
Así se presenta un nuevo e inédito paisaje: en el borde septentrional de la Giudecca, en la nueva isla de Sacca Fisola, en las áreas occidentales donde surgirán el Puerto Comercial y la Estación Marítima y más allá sobre las "sacca" de Cannaregio hasta llegar a la expansión del siglo XIX del Arsenal y de los astilleros entre San Pedro y Santa Elena. Se trata de un paisaje típicamente industrial por alguno de sus inequivocables ingredientes, pero que no reniega de los caracteres particulares del ambiente lagunar. Desde aquí, se infiltra hacia el interior donde se encuentra con la impenetrable resistencia del tejido más antiguo: en las estrías donde consigue penetrar, en la Giudecca, en Cannaregio o en Santa Marta, da lugar a una amalgama particular; por lo que moviéndose en estas zonas se asiste todavía hoy a la sorprendente secuencia de imágenes debidas al acoplamiento de la trama veneciana – canales, fondamenta, arquitectura menor y palacios, iglesias, campi y soportales – con los elementos de la industria manufacturera.
Se trata de un paisaje que se acaba aquí, a lo largo de los bordes; pero no se excluía, al menos por un momento, que pudiese penetrar hasta el corazón de la ciudad: esto lo prueba el insistente proyecto de llevar el tren al centro, primero a lo largo del paseo de las Zattere hasta la punta de la Salute (proyecto Jappelli, 1850), después a lo largo del borde meridional de la Giudecca hasta San Giorgio (proyecto Lavezzari, Romano, Saccardo, 1868); y la recurrente formulación de propuestas audaces para la “modernización” de la ciudad, como la de unir la isla de la Giudecca con un túnel subacuático, o de saltar las Mercerie con un puente aéreo desde San Marcos hasta Rialto.
Por lo demás, la industria penetra por otros caminos en la ciudad, que se enriquece paso a paso con los productos de las fábricas: puentes de hierro, como los del siglo XIX sobre el Canal Grande en la Academia y en los Descalzos, (después demolidos), y nuevos elementos de diseño en hierro fundido como farolas, barandillas o parapetos .
Lo mismo vale para los espacios acuáticos, hasta entonces dominio absoluto del material marino por excelencia, la madera: barcos a vapor en vez de veleros, vaporettos en vez de transbordadores y lanchas motoras en lugar de góndolas, surcan cada vez más intensamente canales y cuencas diseminadas de atracaderos hechos a su vez de hierro y cristal.
Venecia asiste, gracias a un cúmulo de iniciativas menores más que a unas pocas intervenciones de alcance relevante, a una verdadera revolución funcional para adecuarse al nuevo papel productivo: la unión por tren con tierra firme, la apertura de la Calle Nueva, la formación de la “city” entre Rialto y San Marcos, la obsesión por la peatonalización con numerosos enterramientos de rios y canales, la construcción de nuevos puentes y la realización de los equipamientos urbanos más importantes como el Matadero, el Complejo del Gas y el Acueducto.
Por último el puerto, señal de que la presencia de la industria actúa también fuera de la ciudad: las exigencias de la nueva navegación a vapor conllevan la excavación de canales hasta las bocas del puerto y después la realización de las presas en Lido y Malamocco; y pronto se comenzará a excavar el canal hacia tierra firme, lo que favorecerá poco tiempo después la nueva aventura de Puerto Marghera .
La “operación Marghera” nace , de hecho, desde Venecia debido a una demanda creciente de nuevos espacios para equipamientos portuarios e instalaciones industriales, en la que aparece al final del siglo XIX como una de las más prometedoras concentraciones productivas del país. De hecho, al final del siglo, toda la parte de la ciudad insular que se extiende al oeste hacia tierra firme, ha cambiado completamente de función y aspecto, enriqueciéndose con infraestructuras y construcciones típicas de una auténtica periferia portuaria y productiva, atraídas en aquella parte de la ciudad por la presencia del terminal ferroviario. En el lugar del incierto y natural confín con la laguna, constituido por la lengua de casas y tierras a lo largo de la playa de Santa Marta y del vasto triángulo desierto del antiguo Campo de Marte, surgen, efectivamente, en rápida sucesión, los equipamientos de la Estación Marítima (en funcionamiento desde 1880) con los dos muelles y la cuenca interna (realizados sobre la base de las indicaciones proporcionadas en 1867 por la Comisión Paleocapa) separados de la ciudad por el Canal de la Scomenzera, pero unidos a la estación ferroviaria por el puente de hierro en la cabecera occidental del Canal Grande; aquí se instalan inmediatamente almacenes, cobertizos, grúas, silos y, a partir de los años 90, las cisternas del depósito de petróleo, trasladadas desde su anterior ubicación de Sacca Sessola.
Desde este fuerte núcleo portuario se desarrollan a continuación: hacia el este, es decir, en dirección a la ciudad, los equipamientos del Punto Franco (en funcionamiento desde 1892) y de los almacenes Generales (1896), que ocupan los muelles en la parte final del Canal de la Giudecca, y que pronto serán equipados a su vez por los enlaces ferroviarios que recorren el nuevo puente de hierro del Canal de la Scomenzera.
A continuación se crean rápidamente auténticas actividades productivas y equipamientos urbanos que ocupan las áreas disponibles hasta los márgenes de la ciudad: como la Fábrica de Algodón Veneciana (en funcionamiento desde 1883) entre el Punto Franco y los Almacenes Generales, el Complejo del Gas en el vasto triángulo del antiguo Campo de Marte, el Acueducto en la zona vecina de San Andréa, inaugurado en 1884 y abastecido por la nueva conducción sub-lagunar procedente de tierra firme, y avanzando así hasta tocar la antigua Fábrica de Tabacos, entonces una de las más importantes industrias de la ciudad.
Se crea de esta forma un imponente complejo de equipamientos que se alarga posteriormente hasta cerrar completamente el límite occidental de la ciudad: hacia el norte, en Cannaregio, más allá de la Estación ferroviaria, con los complejos productivos de Saffa, de los Molinos Passuello y Provera y por las industrias menores ocupadas sucesivamente por Linetti, que invaden el vasto espacio disponible al sur del Matadero Municipal; hacia el sur, más allá del Canal de la Giudecca, con las grandes concentraciones productivas de los Molinos Stucky (1883) y de la Destilería Veneciana (1902) y los extensos Almacenes en Sacca Fisole, después demolidos para hacer sitio al barrio residencial de la posguerra.
Esta nueva y extensa concentración productiva y de equipamientos portuarios, compite al mismo tiempo con aquella más antigua del Arsenal, que parece adecuarse a las nuevas exigencias productivas y de navegación con la creación del primer dique seco (1875).
Sin embargo es una estructura que confirma su especialización militar, y que aunque mantenga niveles productivos y de ocupación todavía bastante elevados (en 1887 trabajan en conjunto 3851 obreros), renuncia deliberadamente a transformarse en una estructura productiva más completa hecha de astilleros y talleres, según la tesis que en aquel momento otros propugnaban. Además de esto, su ubicación al oeste de la ciudad, si bien aventajada por la realización de las obras portuarias que en la segunda mitad de los años 90 consentían a la vecina boca del puerto de San Nicoló del Lido entrar de nuevo en actividad, resulta ahora descentrada respecto a la concentración de infraestructuras que ya caracterizan la zona oriental favorecida por la indispensable presencia de la vía del tren.
Inevitable, por consiguiente, que del arco oriental partiesen las directrices para la nueva expansión portuaria. De hecho, la excavación del canal navegable en dirección de Marghera, se incluye en el conjunto de los trabajos de ampliación de los equipamientos portuarios.
Éstos continúan al inicio del siglo y, en su formulación original (proyectos Petit, 1902 y Rossi y Cucchini, 1903) entrevén en la vecina barena de los Bottenighi (a menos de 4 kilómetros en línea recta desde la Marítima) la posibilidad de ampliaciones futuras sin límites del puerto, con la facilidad de obtener mejores enlaces ferroviarios desde la Estación de Mestre. Este representa el exordio de Porto Marghera y pues de la moderna inédita ciudad de tierra firme.
1800 - 2000 - - rev. 0.1.23