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La laguna de Venecia, gracias tanto a larga história de su frecuentación como a sus características ambientales, posee un patrimonio arqueológico sumergido y no sumergido extremadamente interesante.
A causa de los fenómenos de bradiseísmo y eustatismo, muchos de los antiguos asentamientos de la laguna se encuentran hoy sumergidos.
Muchos de los descubrimientos de la arqueología de la laguna de Venecia se deben a Ernesto Canal, arqueólogo autodidacta, que durante 30 años de actividad, ha señalado y documentado decenas de lugares de interés arqueológico de todas las épocas, desde la edad romana hasta los últimos siglos.
Más recientemente, la institución de una específica oficina de la superintendencia arqueológica local, el NAUSICAA (Núcleo Arqueología Húmeda Subacuática Italia Centro Alto Adriática), ha permitido catalogar los hallazgos de Canal y coordinar actividades cotidianas de control durante las obras públicas. Esta nueva institución se ocupa por tanto de la tutela arqueológica de toda la laguna véneta.
La mayoría de las intervenciones arqueológicas que se conducen de manera sistemática en la laguna, son financiadas por el "Magistrado de las Aguas", ente que tiene competencia sobre las aguas lagunares, a través de su concesionario Consorcio Venecia Nueva.
Las intervenciones de tutela son estructuradas al menos en cuatro fases. La primera consiste en un estudio, de tipo histórico e histórico-ambiental, del territorio donde se realizará la obra. La segunda consiste en prospecciones subacuáticas a vista o en profundidad, con pequeñas sondas de acero. La tercera consiste en la asistencia durante los movimientos de tierra, mientras que la cuarta trata de la eventual excavación arqueológica.
La arqueología que se practica en la laguna, a nivel técnico, tiene características muy particulares respecto a la que se practica en otros entornos.
La presencia del agua requiere el empleo de arqueólogos y trabajadores submarinos capaces de trabajar en condiciones de visibilidad muy baja (menos de un metro) y con frecuencia de fuerte corriente. Por lo tanto, se aplican técnicas de documentación, incluso fotográficas, adecuadas para aguas muy turbias.
Cuando es posible, se procede con la colocación de un armazón alrededor del área de intervención para mantener seco el lugar. De esta forma es posible trabajar en condiciones claramente mejores respecto a las que se tendrían con el agua de la laguna.
Muchas de las evidencias arqueológicas de la laguna se encuentran en zonas afectadas por inundaciones periódicas, debido a los flujos de las mareas. También en estas condiciones se deben aplicar soluciones técnicas particulares, como el uso de bombas de aspiración para el agua de la excavación.
Las sitios arqueológicos de la Laguna Véneta, encontrándose frecuentemente en condiciones anaeróbicas, bajo el agua o bajo los sedimentos, conservan muy bien los materiales orgánicos. Por tanto, es frecuente el descubrimiento de empalizadas y de estructuras de madera en general. Mucho más raro es el hallazgo de objetos de hierro debido a la fuerte acidez del ambiente.
Respecto a los orígenes de la laguna de Venecia se han escrito ríos de tinta, pero el debate está todavía abierto. La cuestión más debatida va unida a las transformaciones ambientales, acaecidas al menos en los últimos dos milenios, y que en gran parte se relacionan con la acción del hombre. En concreto, se discute todavía sobre la presencia o no de asentamientos de edad romana y sobre la dependencia o independencia de estos asentamientos respecto a la vecina ciudad de Altinum .
Los descubrimientos más recientes de lugares que se remontan tanto a la Edad Imperial Romana como a los siglos sucesivos, hacen creer aún como hipótesis, que al menos desde el primer siglo d. C., quizás existiesen en la laguna instalaciones de servicio para la navegación interior, dirigidas presumiblemente hacia el puerto fluvial de Altino.Los hallazgos de Edad Romana de anclas y restos de quillas en las bocas de puerto de Malamocco y Lido, confirmarían la identificación de rutas de navegación internas desde el mar hacia tierra firme a través de la laguna, mucho antes de la fundación de la Serenísima.
Son frecuentes los descubrimientos de estructuras llamadas arginali, constituidas por cúmulos, de forma larga y estrecha, de ánforas íntegras y fragmentadas contenidas por empalizadas. Su interpretación es todavía tema de hipótesis. Una propende a interpretarlos como diques, otra los interpreta como alzaie para arrastrar las embarcaciones y otra supone que fuesen calles realzadas sobre las áreas pantanosas.Las interpretaciones son de todas formas arduas debido a las dificultades de estudio de los sitios arqueológicos sumergidos en aguas túrbidas y por los problemas de datación. De hecho, en este ambiente, es especialmente difícil aplicar el sistema de datación más fiable para un arqueólogo, es decir, el método estratigráfico.La laguna está restituyendo muchas evidencias arqueológicas también de los siglos de la Alta Edad Media y, obviamente de los sucesivos. Las pruebas de la Alta Edad Media son fundamentales para comprender la dinámica de formación de la ciudad de Venecia y de las sedes de Torcello y de Malamocco, localidades con claras vocaciones comerciales y portuarias.
Las evidencias arqueológicas encontradas hasta hoy, son útiles también para comprender las peculiaridades técnicas de asentamiento, de mantenimiento y de protección del poblado, aplicadas en la laguna. Como las estructuras de las orillas, fabricadas de varias veces en los canales y en las riberas de las islas, tanto para la protección de las tierras emergidas como para ganar tierra al agua. Desde sistemas de ramas entrelazadas, se ha pasado poco a poco a empalizadas de madera para sujetar los tablados, hasta llegar donde era necesario a riberas de piedra apoyadas sobre palos.
En los últimos años se presta mucha atención también al subsuelo del centro histórico, que está restituyendo evidencias monumentales capaces de enriquecer el conocimiento histórico que tenemos entre manos sobre la historia urbanística de la Serenísima.
De las actividades de control de las operaciones de excavación y de las excavaciones arqueológicas programadas, emergen estructuras precedentes a la edificación de los palacios señoriles, antiguas orillas y cisternas de pozos públicos. Es frecuente el descubrimiento de iglesias con cementerios anexos, suprimidos en época Napoleonica, y de estructuras eclesiásticas, también muchas de estas eliminadas por las ocupaciones francès, de las que la ciudad era especialmente rica. La arqueología de los monasterios, de hecho, es seguramente uno de los aspectos más evidentes tanto de la arqueología de la ciudad como de la arqueología de las islas, que en un tiempo eran casi todas sede de órdenes monásticos.
La arqueología lagunar suministra grandes contribuciones al conocimiento de los sistemas constructivos navales.
El descubrimiento más ilustre es seguramente el de una galera y una barca de fondo plano, reutilizadas como encofrado de contención para proteger contra la erosión la ribera de San Marcos en Boccalama, sede de un monasterio en los primeros años del siglo XV. Se han excavado y sacado a la luz los barcos, gracias a la construcción de un armazón para dejar a seco el área, y por tanto documentados mientras se espera la disponibilidad de fondos y de condiciones logísticas para su recuperación y restauración.
La galera de San Marcos en Boccalama representa el único ejemplar de galera medieval que ha llegado hasta nosotros en muy buenas condiciones de conservación. La galera, como se sabe, representaba el arma bélico más temible para las ciudades marineras medievales y un medio de transporte de marcancías preciosas, que ha hecho la fortuna de Venecia permitiéndole comerciar con Oriente y con Inglaterra.
Recientemente, en las bocas de puerto de Malamocco y Lido, en ocasión de los trabajos de construcción de las presas móviles (proyecto MOSE), se han sacado a la luz otros restos de embarcaciones que se pueden datar en los siglos XVII y XIX y que se encuentran en proceso de excavación. El más interesante es un navío que remonta a principios del siglo XVIII, de probable origen veneciano y del que se han recuperado algunos cañones de hierro y muchísimos objetos.
Un poco más antiguo, comparado con el resto mencionado antes, es aquel encontrado a lo largo de la isla del Lido del cual queda el casco, conocido como “resto de los ladrillos”, por la presencia de un cargamento de baldosas.
Se debe pensar que dada la historia milenaria marítima de Venecia y las precedentes frecuentaciones de Edad Romana, estos no serán los últimos descubrimientos navales que realizarán los arqueólogos venecianos.
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