A principios de 1200, Venecia comenzó a asumir un papel dominante en las rutas comerciales del Mediterráneo y en los intercambios con Oriente. La primera mitad del siglo XIV fue la época de la mayor expansión del comercio veneciano y con el final del mismo siglo, Venecia se convirtió en la principal potencia mercantil del Mediterráneo y en uno de los estados más ricos de Europa.

Las vías del mar, fundamentales para Venecia, empezaron a ser recorridas sistemáticamente por servicios de línea organizados por el Estado, las llamadas mude o convoyes de galeras a remos con velamen auxiliar y que por tanto eran capaces de viajar independientemente de la situación del viento. El Estado las daba en concesión a empresarios privados.

En las galeras, armadas y escoltadas por los convoyes, viajaban sobre todo las llamadas mercancías sutiles, aquellas que generalmente asociaban a un volumen reducido un valor relevante. Las otras mercancías, que representaban la mayor parte del comercio veneciano, recorrían las rutas de navegación libre sobre grandes embarcaciones redondeadas a vela llamadas cocas, con una capacidad media de 370 toneladas y pertenecientes a sociedades privadas que normalmente llevaban el nombre de la familia que poseía el mayor número de participaciones. Las cocche y otros barcos que no participaban en las mude, viajes colectivos con más embarcaciones, permanecían con frecuencia ausentes de Venecia durante años, dedicándose a negocios locales en lejanos mares, recorriendo de todas formas aunque de manera solitaria, las mismas vías transitadas por las mude. Al final de siglo XIV, entre grandes barcos y navíos de capacidad inferior, exceptuando las galeras, en Venecia se encontraba el increíble número de 3.000 unidades.

El Estado Veneciano fue muy hábil, en la época de mayor expansión comercial, para conseguir privilegios y concesiones para sus convoyes y barcos en muchas ciudades marineras, con frecuencia de potencias rivales. En las ciudades portuarias era importante estar autorizado para disfrutar de lugares donde se pudiese ejercer libremente y con seguridad las operaciones de carga y descarga, depósito y compraventa, sin molestias por parte de las autoridades locales. Las concesiones se referían generalmente a un muelle de atraque y a una plaza donde realizar el mercado, una calle con un edificio común y casas privadas, un fondaco para las mercancías, baños, una iglesia, un molino y un horno.

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