El imperio veneciano entre los siglos XIII y XV.

Ciudades del medio oriente con más tránsito de mercancías en la Edad Media

Campo dei Mori en Venecia.

Imagen de la Ciudadela de Aleppo.

Entrada del Khan al-Gumruk de 1574.

El Souk Al Zirb, Aleppo.

El interior del Consulado de Venecia en Aleppo.

Panorama actual desde la cima de la ciudadela de Aleppo.
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La comunidad de Alepo

La gestión del continuo comercio con la otra orilla del Mediterráneo implicó desde el siglo XIII la presencia de mercaderes venecianos de forma más o menos estable en los emporios orientales. La costa sirio-palestina , en concreto aquellos centros que revestían una función fundamental de salida al mar para muchos bienes provenientes de la India y de Persia, fue desde el siglo XIII un área particularmente expuesta a la colonización mercantil veneciana.
En Acre los mercaderes de la “República de San Marcos” ocupaban un barrio entero de la ciudad, siendo también activos en Beirut y Chipre. Con la llegada de los Mamelucos y, desde el siglo XVI en adelante, de los Otomanos, Alepo asumió un papel de monopolio en la reventa de las mercancías que llegaban con las caravanas provenientes de Basora y Bagdad .
Por consiguiente, a los mercaderes europeos que deseasen establecer relaciones de negocios en Siria no les quedaba otra opción que transferirse al gran emporio, cuyo famoso mercado cubierto, situado en la falda de la ciudadela , alcanzaba una extensión que se mantuvo inigualable en todo el Oriente.

Las comunidades venecianas, conocidas como Venediklü taifesi en los documentos otomanos, estaban constituidas por personas que realizaban diferentes tareas dentro de un mismo sistema comercial. En particular, había mercaderes que iban y venían de la Serenísima Dominante (es decir, de Venecia), permaneciendo en Oriente el tiempo suficiente para concluir sus negocios.
Eran hospedados, tanto en Alepo como en Estambul o Alejandría, por un cónsul que cambiaba cada cuatro o cinco años y por una colonia de mercaderes residentes, a menudo llamados "fattori". Se trataba de hombres jóvenes, normalmente aunque no exclusivamente latinos, para los que no era importante la procedencia geográfica sino la inclusión dentro de los límites de la protección veneciana y su participación en el contexto del tráfico que pasaba por el mercado de Rialto. Como lamentaba a mitad del siglo XVI un embajador veneciano en Estambul (llamado bailo), estos "fattori" eran a veces causa de malentendidos y desórdenes con la administración local, debido a que, estando en estrecho contacto con el resto de la sociedad urbana, eran más expuestos a cometer infracciones que los mercaderes de paso.

Una carta enviada por el sultán otomano Selim II al gobernador de Alepo en la víspera de la guerra de Chipre (1570), nos permite comprender la vastedad de la colonia veneciana residente en aquella ciudad de Siria: preocupado por la eventualidad de que el conflicto militar pudiese transformar la red mercantil en una red de espionaje, el sultán pide al gobernador tener a los súbditos y protégés (protegidos) venecianos en régimen de libertad vigilada, embargando los respectivos y numerosos bienes muebles e inmuebles. De estos últimos, un inventario detallado debería haber sido enviado a Estambul. Tal solicitud imperial demuestra que las propiedades en cuestión no se limitaban al Khan , al adyacente baño turco y a la iglesia de los Cuarenta Mártires, sino que implicaba un patrimonio más amplio, que fue recuperado tres años más tarde, con el fin de las hostilidades. El Khan, que era un edificio de construcción medieval diferente al del consulado, estaba situado dentro del mercado y hospedaba a los mercaderes de paso y sus mercancías. Se trataba de un tranquilo espacio circular alrededor de un patio y el gran portón que lo unía al mercado se cerraba cada noche.

La interrupción más importante en la larga vida de la colonia mercantil veneciana en Alepo fue la sufrida durante la guerra de Candia (1645 – 1669), cuando la representación consular fue abolida y la misma iglesia de los Cuarenta Mártires, donde tantos patricios habían encontrado sepultura, fue confiscada y cedida a la potente comunidad armenia local. El archivo del consulado , que contenía probablemente documentos pertenecientes al siglo anterior, fue sellado por el último cónsul y entregado a un mercader que lo pierde, junto a la vida, en circunstancias poco claras en el desierto delante de la ciudad.

El consulado fue reabierto en los años 40 del siglo XVIII, cuando el comercio y la misma clase mercantil de Alepo habían cambiado irreversiblemente la propia estructura, dominados como estaban por la acción económica de la Chambre de Commerce (Cámara de comercio) de Marsella. El edificio del consulado es aún hoy propiedad de los descendientes de la familia del último cónsul veneciano que, como muchos otros, decide permanecer en Siria como súbdito austro-hùngaro, incluso después de la caída de la República.
En el interior, todavía se encuentran el estandarte del león de San Marcos, alfombras, objetos decorativos y cuadros que representan una sociedad tan mezclada como desaparecida: la mujer del cónsul vestida a la europea, absorta mientras sorbe un café turco, asistida por una damisela vestida a la turca que borda flores doradas sobre tejidos de seda.


Vera Costantini

1100 - 1200 - - rev. 0.1.9

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