Francesco Guardi (Venecia 1712-1793) fue un célebre pintor veneciano. Ha sido la personalidad más representativa de una familia de pintores activos en los siglos XVIII y XIX (el padre Domenico, el hermano Giannantonio y el hijo Giacomo). Con las influencias recogidas de la cultura figurativa de
Sebastiano y Marco Ricci, de la atmósfera del genovés Magnasco y de la pintura de
Giambattista Tiepolo, nació una nueva interpretación de la vista: Guardi creó de Venecia una imagen fantástica y decadente, con extrema sensibilidad a los cambios de atmósfera. El caracter emotivo y romántico de sus vistas se afirmó en la gradual renuncia de la estructura prospéctica clásica, como para
Canaletto, para perseguir sugestiones espaciales sostenidas por la luz. Venecia y su laguna fue siempre el objeto de sus obras, y en sus paisajes utilizó siempre una técnica pictórica muy rápida: la vibración de los bordes que se hacen cada vez más divididos, el color cada vez más ligero, la atmósfera luminosa, llevaron a extraordinarias realizaciones como El Canal Grande en San Jeremías, en el Museo de Arte de Baltimore. Sus preciosas vistas se conservan en los museos de medio mundo: del Museo Victoria y Albert a la Galería Nacional de Londres, del Museo Staatliche de Berlín a la Galería Nacional de Washington, de la Pinacoteca Alta de Munich a la
Fundación Giorgio Cini de Venecia (Desfilada de carros alegóricos en la plaza de San Marcos, 1782).