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“Alemanes y venecianos, somos una sola cosa, porque antiguas son nuestras relaciones comerciales”. Así escribe Gerolamo Priuli, portavoz de la aristocracia veneciana, a principios del siglo XVI. Era una relación privilegiada la que Venecia mantenía con Alemania, atestiguada ya en la época de Carlomagno y favorecida por su propicia posición geográfica.
Una serie de acuerdos y alianzas de la hábil diplomacia veneciana permitió que Venecia, ya antes del siglo XV, alcanzase un volumen de negocios tal que fue elegida capital comercial de Europa. El corazón del tráfico era Rialto y, dentro de éste, bien protegido y vigilado, el Fóndaco de los Alemanes. Éste estaba también reservado a los mercaderes húngaros, flamencos y austríacos (los venecianos llamaban alemanes a muchos pueblos del norte de Europa) y hacía las veces de aduana, depósito, emporio, comedor y albergue.
Su existencia está documentada desde 1225, pero el edificio actual es una reconstrucción de los primeros años del siglo XVI, financiada por el Senado veneciano. El edificio, realizado por Scarpagnino en estilo renacentista , tiene en el interior un amplio patio al que se asoma un pórtico en tres órdenes superpuestos; la fachada, con cornisas almenadas y un pórtico en la planta baja, estaba originalmente decorada con frescos de Giorgione y Tiziano, cuyos lacerti han sido trasladados a la Ca' d’Oro.
1500 - S. CROCE - rev. 0.1.12