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En la época del Reino de los Godos en Italia (493-553d.C.) , un importante dignatario de la corte, Cassiodoro , nos revela significativas informaciones, fruto del conocimiento directo, sobre la forma de vida de los habitantes de la laguna véneta tras el ocaso de la época romana .
Éstas se encuentran en una carta burocrática de otoño de 537d.C., transcrita en la recopilación “Variae”. Se dirige a los pilotos de los barcos de los centros costeros regionales, encargados de transportar, a costa del estado godo, productos alimenticios desde Istria hasta la sede de Ravena. Su recorrido transcurre por aguas del interior, protegidas por cordones arenosos litorales entre zonas palustres, canales artificiales, estuarios fluviales y espejos lagunares. Se trata de una vía en uso desde la antigüedad, como alternativa a las rutas por caminos o marítimas, que permitía transportar hombres y mercancías también durante la estación invernal o en condiciones atmosféricas adversas . Se valían de embarcaciones de modesto cabotaje con el fondo plano, que, en ciertos tramos, tenían que ser arrastradas por los marineros siguiendo el método llamado del “allagio” (mediante sogas tiradas desde las orillas o desde los “caminos de soga”). De esto deriva la sugestiva imagen de los “barcos que vistos desde lejos parecen pasar entre los prados, remolcados con sogas desde las riberas” y la paradoja de hombres que transportan barcos en lugar de barcos que transportan hombres.
Los habitantes de las zonas lagunares eran, por tanto, frecuentemente empleados en la actividad marítima, de tal forma que Cassiodoro habla de las embarcaciones, antes que de los animales, como habituales junto a las casas palustres . Después recuerda las bases del sustento de la población local: la pesca, que suministraba la base de la alimentación y la Sal, señalada como principal recurso económico de la costa alto-adriática: “Todo el esfuerzo está dirigido a explotar las salinas: en lugar de los arados y de las hoces os dedicáis a los cilindros (es decir, los rulos para nivelar el terreno en las piletas de evaporación); de ahí os llega cada beneficio, sea que las explotéis personalmente sea que sólo las poseáis. En cierto modo allí se acuña una moneda alimenticia. Cada ola es favorable a vuestra actividad".
Alguno puede no buscar el oro pero no existe nadie que no desee encontrar la sal, ya que justamente todos los alimentos deben a la sal su gusto agradable”. En realidad la sal no se limitaba a dar sabor a las comidas sino que participaba en gran medida en los procesos de desecación (y por tanto de conservación) de los alimentos, así como a la integración alimenticia de los rebaños, de gran difusión en una región como la véneta, que había hecho siempre de la ganadería trashumante y de la producción de la lana uno de los principales ingresos de su economía. Las palabras de Cassiodoro parecen implicar además el uso del producto como moneda de cambio durante las transacciones y, de todas formas, sugieren una gran difusión de esta mercancía y su alto valor comercial.
De la misiva se extrae un vivo cuadro de las condiciones de habitabilidad. Como motivo de añoranza permanecen las nobles moradas costeras alto-adriáticas de la edad romana, un tiempo admiradas por el poeta Marcial que las comparaba con las renombradas villas de Campania y que, en tiempos de dominación de los Godos, debían mostrar las señales del abandono y de la ruina. Parece que estas villas han sido sustituidas por modestas edificaciones palustres, iguales para ricos y pobres, que surgen sobre el terreno consolidado mediante entramados de mimbre, y que, suspendidas entre tierra y agua, el autor las equipara a los efímeros nidos de los pájaros.
El elemento ambiental más caracterizador que enciende el increíble estupor de Cassiodoro, igual que de otros autores antiguos, es siempre el fenómeno de las mareas. Éstas vinculan alternativamente a los habitantes bien como isleños, bien como continentales, dependiendo del flujo y reflujo de las aguas, que alimentan un delicado ecosistema saneado tanto por la naturaleza como por las intervenciones correctivas del hombre.
La situación del asentamiento que se deduce del testimonio de Cassiodoro es, por tanto, la de un poblamiento ya preferentemente concentrado en los islotes lagunares, uniforme en las costumbres de vida y enteramente dedicado a los recursos de aquella “economía del cenagal” a la que, a pesar de ser considerada marginal en época romana, no le faltaba vitalidad ni dinamismo.
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