Almacenes de la sal a la Dogana da Mar.

Almacenes de la sal a Zattere.
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El Sal en Venecia

Los orígenes

Muchos testimonios arqueológicos valoran la hipótesis de que algunas salinas estuviesen ya presentes en la laguna durante la época romana. Cassiodoro, ministro de Teodorico, en su carta a los "Tribunos Marítimos" en la primera mitad del siglo VI, insistía sobre la importancia de la producción de sal en las lagunas vénetas: "Todos los esfuerzos se centran en aprovechar las salinas: en lugar del arado, en lugar de las hoces, vosotros hacéis rodar los cilindros. De ahí proceden todas vuestras riquezas".

La sal fue una de las primeras mercancías de intercambio, una especie de moneda utilizada por los habitantes de la laguna para comprar el grano y otros productos de tierra adentro, por lo tanto, punto de inicio para el desarrollo de los comercios posteriores. El mismo crecimiento de la ciudad de Venecia (Civitas Rivoalti), fue una progresiva expansión del núcleo original de la ciudad hacia las zonas periféricas, con el saneamiento y urbanización de los espacios acuáticos circunstantes, formados una vez por pesqueras, piscinas con molinos y salinas. En 1200, cuando la laguna tenía características ambientales muy diferentes de las actuales, existían grandes salinas en la zona de Cannaregio (Luprio) y Dorsoduro, donde dos siglos después se construyeron los imponentes Almacenes de la Sal.

Las salinas en la laguna

Venecia, ya al final del siglo IX, empezó a exportar sal hacia la llanura padana. En la Edad Media, la recogida de la sal se convirtió en el sistema privilegiado para la valorización de la laguna, una tarea y una labor difíciles que desarrollaron sobre todo los monasterios benedictinos repartidos por el territorio de la laguna. Algunos documentos antiguos reconstruyen la situación al final de 1200, el período de máxima producción de sal en la laguna: existían 119 salinas, de las que 1/3 en la laguna septentrional entre Murano, San Erasmo y Torcello, y 2/3 al sur, en el territorio de Chioggia. En la laguna norte, las salinas se abandonaron rápidamente y se sustituyeron por valli da pesca, mientras que en la zona de Chioggia la producción de sal continuó hasta el comienzo del siglo XVI.
Cada centro de producción de sal, llamado fundamento, podía estar compuesto de 10 a 50 salinas o más. Todos los complejos, dirigidos por los salineros, estaban protegidos por una presa que encauzaba el agua del mar recogida con anterioridad en un morario, y después en estanques más pequeños, hasta que el agua no se cristalizaba en cloruro de sodio o sal de cocina.

El monopolio veneciano

Hacia el final del siglo XII, Venecia comenzó a adoptar una importante política de control sobre el comercio de la sal y a partir de 1240 empezó la importación de sal marina desde el Adriático y después desde el Mediterráneo. En 1281, con la política llamada de “ordo salis” (ordenamiento de la sal), se impuso también a los mercaderes venecianos de volver a Venecia transportando sal, usándola quizás como cómodo lastre y contribuyendo además a rebajar los costes del comercio veneciano.

Se hizo preciso organizar un aparato administrativo capaz de desarrollar una gestión más que compleja: desde la recaudación de los impuestos con guardianes, sellos y libros contables, la vigilancia con aranceles y peajes sobre el transporte, comercios y depósitos, hasta la lucha contra el contrabando.

Se constituyó expresamente un potente órgano que pudiese deliberar sobre la materia, el “Magistrado para la sal”, que en poco tiempo se convirtió en una de las más importantes magistraturas de la Serenísima. Los venecianos, al final de 1200, tras haber adquirido las grandes salinas de Cervia, en la costa noroeste del Adriático, obtenían tanta sal que podían exportarla por todo el mercado padano y también en Toscana. Cuando el control sobre la producción y del comercio del llamado oro blanco se extendió a buena parte del mar Adriático y del Mediterráneo, costas de Apulia, Sicilia y de Cerdeña, hasta Creta y Chipre, el monopolio de la sal se convirtió para Venecia en un auténtico instrumento de poder a nivel internacional.

Los almacenes de la sal

La necesidad de disponer de reservas para los períodos de dificultad, como por ejemplo la guerra contra la República de Génova (siglo XIV), llevó a los venecianos a crear en el ámbito de la ciudad depósitos para almacenar la gran cantidad de sal importada (sólo desde Cervia llegaban 3.000 toneladas al año). En una zona de Dorsoduro, llamada después Punta de la Aduana, se construyeron especiales almacenes llamados Salones, con estructuras de sostén perimetrales especialmente robustas para aguantar el enorme peso de la sal que se iba acumulando. Durante el siglo XVI había en Venecia más de veinte almacenes, construidos sobre todo entre el siglo XIV e inicios del siglo XV.

El sistema de gestión de estos depósitos, con concesiones y sistemas de transporte, descarga y almacenaje de la sal, continuó a funcionar también después de 1797, sobreviviendo por muchos años todavía a la caída de la República Serenísima.


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