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A pesar de las continuas amenazas y de la guerra entre la Serenísima y el Imperio Otomano, Venecia mantuvo siempre relaciones comerciales con los Turcos. La acogedora política veneciana permitía residir a muchos de ellos en la ciudad, aunque si era por períodos limitados y jamás con las familias. Desde 1516, los Turcos se alojaron, en la zona de los Santos Juan y Pablo y sucesivamente en el sestiere de Cannaregio, en casas particulares y en tabernas. En 1570, al comienzo de la guerra de Chipre contra el ejército otomano, en Constantinopla fueron arrestados el bailo Bárbaro y los mercaderes venecianos. En 1571 Venecia decidió actuar de la misma manera frente a los Turcos, reteniendo a los mercaderes y a sus mercancías. Junto a ellos fueron arrestados también una gran parte de los hebreos residentes en Venecia, acusados de haber favorecido la guerra contra Chipre. El Senado Veneciano estaba convencido que los ricos bienes de los hebreos, a los que los Otomanos estaban interesados, pudiesen acelerar las negociaciones para la liberación de sus conciudadanos.
El odio que se fue sumando contra los Otomanos, provocó violentos enfrentamientos entre cristianos y musulmanes. El Senado decidió entonces reservar también para los Turcos, como había hecho para los judíos con el ghetto, un lugar donde pudiesen alojarse y desarrollar sus comercios con seguridad.
En 1574, el ciudadano de origen griego Francesco di Dimitri Littino propuso al Consejo de los Diez individuar un palacio que, bajo su cuidadosa vigilancia y gestión, fuese destinado como residencia para los Turcos en Venecia.
Se evitaba así que merodeasen libres por la ciudad y cometiesen posibles actos ilegales. Para afrontar los gastos de la residencia, propuso también introducir un impuesto personal y un derecho fijo para las mercancías. La propuesta se discutió en 1602 y la idea fue la de crear para los Turcos un fondaco similar al de los Alemanes. Muchos se opusieron sosteniendo que de aquel modo se habría creado un lugar de encuentro de la chusma, de propaganda para el Sultán y de adoración de Alá. Mientras tanto los musulmanes continuaban a vivir bajo el control de la familia Littino en la casa Vendramin, pero, según decían los Venecianos, seguían causando problemas por su comportamiento irrespetuoso frente a la cercana iglesia de San Matteo. En 1621 el Consejo de los Cinco Savios de la Mercancía, decidió trasladarlos a una gran casa en el Canal Grande que había pertenecido al Duque de Ferrara. Desde aquel momento en adelante, la casa habría acogido a todos los musulmanes, albaneses, Bosnios y Asiáticos, junto con sus mercancías. Se dispusieron algunos soldados de guardia para impedir posibles entradas de cristianos malintencionados en la casa, ventanas cerradas hacia el exterior y se realzaron los muros. El interior del fondaco estaba dividido en dos partes, una destinada a los musulmanes albaneses y bosnios, y la otra para los asiáticos musulmanes de Turquía que pagaban impuestos más caros por sus mercancías.
Con el pasar de los años, la importancia de estos mercaderes y de sus comercios fue siempre disminuyendo hasta que en 1700 la única actividad que se practicaba en el fondaco de los Turcos era el contrabando de tabaco, realizado sobre todo por bandas de traficantes procedentes de Shkodër, Scutari, ciudad de Albania.
El Fondaco de los Turcos fue restaurado durante la dominación austríaca y ahora acoge el Museo de Historia Natural.
1500 - - rev. 0.1.12