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Los primeros asentamientos judíos en la laguna véneta se remontan a los siglos XI-XII, pero su presencia está documentada sólo desde la mitad de 1300, cuando los judíos comenzaron a frecuentar asiduamente Venecia, atraídos por la creciente importancia de la ciudad en las rutas comerciales entre Oriente y Occidente.
La afluencia de los Asquenazíes, de los Marranos y de los Sefardíes en Venecia, llevó a la comunidad veneciana un notable incremento, tanto que la primera parcela de terreno para el cementerio hebraico fue concedido por la ciudad al final de 1300, cerca de San Nicolás en Lido.
Hasta 1500, la presencia de los Judíos en Venecia estuvo siempre subordinada a las llamadas conductas y la comunidad judía veneciana creció y se organizó gozando de un clima de relativa tolerancia. El único caso de condena a la hoguera de tres judíos ocurrió en marzo de 1480, debido al asesinato de un niño cristiano en la localidad de Portobuffolè. Los tres judíos fueron a continuación reconocidos inocentes y rehabilitados. El 29 de marzo de 1516, en el clima que se había creado tras los acuerdos de la Liga de Cambrai, el Senado de la República dispuso que todos los Judíos tuvieran que residir en el Gueto Nuevo, la zona donde antiguamente se encontraban las viejas fundiciones de cobre. La población judía fue entonces obligada a someterse a graves restricciones a cambio de la libertad de culto, de la protección contra posibles agresiones exteriores, y de la posibilidad de gestionar tres bancos de empeño, llamados respectivamente Rojo, Amarillo y Verde, con intereses establecidos por la Serenísima.
El gueto, donde se permitía residir sólo a los judíos, estaba rodeado por altos muros, se cerraba de noche a través de cancelas y estaba vigilado por guardias para impedir la salida de los habitantes o la infiltración de maleantes desde fuera durante las horas nocturnas. Ésta prohibición sin embargo no incluía a ciertas categorías de personas prestigiosas como médicos, músicos, cantores, banqueros o docentes de varias disciplinas, cuya presencia fuese requerida fuera del gueto.
Mientras que los judíos de origen alemán prestaban dinero, los pertenecientes a la comunidad levantina y ponentina, se dedicaban al comercio de trigo, azúcar, aceites, géneros de ultramar, tejidos, con intercambios que se daban principalmente con las ciudades de Corfú, Alejandría, Livorno y otros puertos del Mediterráneo. Había también vendedores de carne casher y los erbarol, vendedores de fruta y verdura.
Dado que la comunidad prosperaba y se expandía, los edificios alcanzaban por sucesivas sobreelevaciones gran altura, incluso siete plantas, caso único en Venecia. A pesar de esto se necesitó pronto una ampliación. Nacieron de esta forma el Gueto Viejo en 1541 y el Gueto Nuevísimo en 1663, todos en áreas contiguas.
En el Gueto Nuevo casi todas las plantas bajas se usaban para actividades comerciales o de todas formas debían ser destinadas para tiendas o para uso común.
Los edificios en el interior del gueto constituyen todavía hoy un conjunto arquitectónico de gran interés.
Hasta la mitad del siglo XVII, la vida de los judíos en Venecia había comportado la estabilización de toda la comunidad. Después de 1630, año de la gravísima peste que asoló Venecia, fue cuando cambiaron profundamente las condiciones económicas y sociales de la ciudad. Sobre todo para los mercaderes judíos, que habían gozado siempre hasta entonces de una favorable coyuntura internacional y de una buena relación con los turcos, comenzó un largo y difícil período de crisis para sus finanzas y comercios. La contienda que Venecia empezó en 1645 contra los turcos prosiguió durante 25 años y bloqueó las conexiones de muchas rutas mediterráneas.
Los mercaderes judíos se vieron obligados a cargar las mercancías en Livorno o Ancona, con barcos ingleses, para enviarlas a Oriente.
El acercamiento entre Venecia y Roma además, hizo que cambiase la actitud de los venecianos frente a los judíos. Al mismo tiempo, dentro de la comunidad, predominaban los sefardíes de origen hispana, que siguieron gozando de una relativa opulencia durante todo el siglo XVIII.
En el siglo siguiente, gracias a las leyes napoleónicas, el logro de la emancipación y de la igualdad de los derechos civiles, conllevó la salida del gueto de las familias más pudientes y la creación de un grupo de profesionales judíos que se introdujeron en la vida de la ciudad.
Al final del siglo XIX, los judíos eran ciudadanos venecianos profundamente integrados en la vida de la ciudad. En 1797, tras la caída de la Serenísima, Napoleón decretó el final de la segregación y la equiparación de los judíos a los demás ciudadanos; esta disposición se convirtió en definitiva con la anexión de Venecia al reino de Italia.
El 1938, año de la promulgación de las leyes raciales fascistas, fue testigo de la privación de los derechos civiles a los judíos y del comienzo de las persecuciones nazi-fascistas, que llevaron a la deportación de 204 judíos venecianos; de estos sólo volvieron ocho de los campos de exterminio.
Lo que fue el primer gueto de Europa es hoy un vivo y frecuentado barrio de la ciudad, donde permanecen todavía ahora edificios de gran interés, cinco sinagogas y un Museo. Se trata de un pequeño aunque riquísimo museo fundado en 1953 por la Comunidad hebraica veneciana. Los preciados objetos expuestos al público son importantes ejemplos de orfebrería y textiles datados entre los siglos XVI y XIX y son testimonios de la viva tradición hebraica
1300 - 1400 - - rev. 0.1.10