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El antiguo arte de tejer representa uno de los sectores en el que Venecia y Véneto han predominado durante siglos. Gracias a los contactos con Bizancio, ya en el siglo XIII, Venecia se distingue por una vasta y refinada producción de tejidos preciosos que fueron exportados al resto de Europa, especialmente en Alemania y Escandinavia. En el siglo XIV algunos artesanos de Lucca, ciudad con una floreciente actividad textil, se establecieron en Venecia, incrementando así la producción de tejidos ricamente elaborados. Venecia era excelsa en la elaboración de la seda y el algodón, importados de Oriente, y de la lana, por lo que los venecianos prefirieron descentrar en Padua, Vicenza y Verona ciertas fases de su elaboración, en especial el lavado y la tinción, fuente de malos olores y de contaminación de los cursos de agua, reservando a sus propios talleres las delicadas fases del acabado de los tejidos.
La ciudad de Venecia mantuvo por mucho tiempo una indiscutible superioridad en el arte del tejer prendas de lana y seda de alta calidad, gracias a los continuos intercambios comerciales con Oriente y el Norte de Europa. Desde 1370 se intentó contener la dispersión hacia los estados confinantes de manufacturas, maquinarias y conocimientos artesanales del sector textil, quizás olvidando que en los siglos anteriores habían sido precisamente los artesanos procedentes de fuera, como bizantinos y lucchesi (de Lucca), a introducir el arte textil en la ciudad lagunar.
A partir de 1300, el uso de las telas y de los tejidos preciados, hasta entonces privilegio de las clases sociales dominantes, se extendió también a la burguesía. Los tejidos no sólo se usaban para vestirse y en las vestiduras sagradas sino también para la decoración, cubriendo los muros, con frecuencia fríos y húmedos, con tapices, paños y velos de todo tipo. Desde el siglo XVI los tejidos fueron también utilizados para rellenos y revestimientos.
La producción veneciana se distinguía por los terciopelos, damascos, brocados (desde el siglo XVIII), las sedas y otros tejidos con hilados de oro y plata. La mejoría de la calidad de la lana también contribuyó al éxito de los tejidos vénetos, al principio recurriendo a la lana Francesche y después a la valorización de las locales de fibra corta. En el siglo XV las manufacturas venecianas y vénetas tenían un estándar cuantitativo y cualitativo ya de primer nivel, con productos vendidos en Ragusa (actual Dubrovnik), el Reino de Nápoles, Roma, Costantinopla y Damasco. Venecia supo siempre contrarrestar la competencia comercial de otros centros textiles italianos como Milán, que desarrolló entre el siglo XIII y el siglo XVIII manufacturas importantes de lana y de seda, y Florencia con la vecina Prato, que durante toda la Edad Media se distinguieron tanto por productos de lujo como de uso común. Venecia en los siglos XVII y XVIII fue también capital de la moda europea, siguiendo la tradición de los sastres italianos que se remonta al Renacimiento . Una superioridad que le fue arrebatada por Paris durante el siglo XVIII y por Londres en el siglo XIX.
Caída la Serenísima, en el siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX, el entero sector textil, por siglos a la vanguardia, entró en una profunda crisis. Sólo en los últimos 50 años, la industria productiva textil del Véneto ha conocido una tendencia inversa gracias a muchas empresas artesanas, algunas de las cuales se han convertido al mismo tiempo en grandes empresas multinacionales, que han reconquistado una parte discreta del mercado mundial.
En Venecia son visitables algunos lugares especializados en los tejidos y vestidos de la tradición veneciana: Palacio Corner, donde se recogen más de 3000 hallazgos textiles datados entre el siglo XV y el siglo XX; el Museo Fortuny, donde se conservan tapices y colecciones de vestidos creados y recogidos durante el siglo XX por el español Mariano Fortuny; Ca’ Mocenigo, donde se halla la sede del Museo del Tejido y del Traje, que expone vestidos y accesorios, en su mayoría de manufactura veneciana, que han contribuido a la refinada elegancia de los venecianos, convertida con el tiempo en proverbial.
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