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El vino y las tabernas forman parte de la tradición, de la historia y de la economía de Venecia y del Véneto, una región muy generosa en cuanto a uvas valiosas. Fuentes documentales atestiguan que ya en el año 42 a. C., año de la fundación de Julia Concordia, el actual pueblo de Concordia Sagittaria, cerca de Venecia, se cultivaba la uva. En el siglo XIII, en todo el campo véneto abundaban los viñedos, con hileras en las planicies y sobre las colinas e incluso en la plaza de San Marcos. Hoy los viñedos de la plaza han desaparecido pero el culto del vino en Venecia ha permanecido muy sólido. Al principio de 1800 se contaron más de 1200 tabernas y puntos de venta de vinos. En la época de la República Serenísima las tabernas se distinguían también por los vinos que se comercializaban. En las “malvasie” por ejemplo, se vendían los llamados “vinos navegados” procedentes de Malvasía, en el Peloponeso. En las “furatole” se servían platos simples y económicos pero sin vino. Los “bastioni” eran cantinas de ínfima categoría donde se despachaba vino de baja calidad, la mayoría de las veces diluido. Los “bacari” (o bacheri) eran frecuentados y apreciados por hombres de cultura, escritores y músicos como Stendhal, Wagner y Goldoni, el cual, precisamente en uno de estos modestos locales, tuvo la inspiración para muchas de sus comedias.
Han quedado pocas tabernas auténticas: los verdaderos bacari son locales nada vistosos, con la decoración esencial, con frecuencia reconocibles por una enseña que recuerda un hecho, un lugar o un objeto particular. Mientras se trasvasa directamente el vino de los toneles a las garrafas, los clientes juegan a las cartas o charlan entre ellos, cautivados por el placer de un “goto” (vaso) bebido en compañía. Beber en compañía, hacer una “vuelta de sombras”, es una especie de rito sagrado al que pocos venecianos renuncian, que comienza incluso a las diez de la mañana, tanto hoy como en el pasado. La etimología del término sombra parece que viene del hecho de que en el pasado, los ambulantes, para mantener fresco el vino, colocaban las damajuanas a la sombra del campanario de San Marcos, siguiendo el recorrido del sol. Hoy en las tabernas se bebe la sombra (el cáliz de vino) y se pueden degustar los platos más relaciones con la tradición gastronómica veneciana como los “risi e bisi” (arroz con guisantes), las “sardinas en saor” (marinadas con vinagre y cebolla), la “castradina” (carne di carnero seca y ahumada), los “zaleti” como postre (galletas con maíz y pasas) que junto con las fritole y los galani, dulces típicos de la época de carnaval, representan lo mejor de la pastelería veneciana desde el siglo XVII. Pero la auténtica peculiaridad de estos lugares, además del vino, son los "cicheti", pequeños y apetitosos entremeses que van del huevo cocido con anchoas a la sepia frita, de las albóndigas de carne a la alcachofa rehogada en sartén, de la polenta con bacalao a la "spienza" (bazo de novillo).
Las tabernas han desarrollado, en los siglos pasados, una importante función como lugar de encuentro, un auténtico centro de la vida social y cultural de Venecia, y aún hoy representan un elemento de agregación en una ciudad que va poco a poco despoblándose.
1100 - 1200 - - rev. 0.1.9