El dialecto veneciano, colocado entre los dialectos neolatinos y franco-vénetos, fue definido en el Diccionario Moroni de mitad del siglo XIX como amable, dulce, insinuante y rápido; una dulzura que reenvía según la Historia documentada de Venecia de Romanin, incluso a antiquísimas ascendencias jónicas. Sin embargo del latín antiguo mantiene muchos términos, así como otros, sobre todo aquellos unidos a la vida marinera y comercial, derivan del bizantino. Entre los primeros recordamos
calegher,
pistor, entre los segundos
caréga,
bastási y
spiénza. Dada la vocación desde siempre cosmopolita de Venecia, también algunas lenguas extranjeras han enriquecido con el tiempo el dialecto veneciano con muchas palabras de uso todavía corriente:
pirón es de origen griego;
bagigi y
papusse derivan del árabe;
serese y
dindio del francés;
schei (pron. skei); tiene origen alemán;
baba es una palabra de origen eslava;
ancuo, viene probablemente de una palabra persa usada en los siglos V y VI.
Al dialecto veneciano se le ha reconocido una dignidad literaria propia: en el ámbito poético destacan los nombres de Leonardo Giustinian, Domenico Venier, Giorgio Baffo, Francesco Gritti y Pietro Buratti; en el campo histórico es obligatorio recordar los célebres Diarios del siglo XVI de Sanudo; en campo teatral, gracias a las comedias de
Carlo Goldoni, Carlo Gozzi y Giacinto Gallina, el Veneciano ha traspasado el área local para colocarse con pleno derecho en la literatura nacional.
Por lo que concierne a la pronunciación, el dialecto veneciano se caracteriza por una musicalidad a cantilena de sonidos blandos, vivaracha sobre todo en las zonas periféricas de la laguna como Burano, Pellestrina y Chioggia, muy evidente especialmente si lo hablan las señoras. Otras peculiaridades fonéticas características del veneciano, preveen el escaso uso de las consonantes dobles, la preferencia de las vocales dulces como la “i” en lugar de la “e”, la caída de las consonantes interiores, como sucede en los términos siora y fio en lugar de signora y figlio. Ciertas voces verbales típicas han permanecido, como el amplio uso de “ga” por “ha” y de “xe” por “è”, a pesar de que el dialecto veneciano durante el siglo XX haya sufrido sin lugar a dudas una compresión en el plano fonético y léxico.