Italia es un patrimonio de la humanidad inacabable, casi a pesar de la UNESCO, o más bien la riqueza histórico-artística y paisajístico-cultural de Italia es tanta y de tal valor que jamás podrá regis-trarse totalmente en las listas de la Agencia de la ONU de la cultura, la educación y la ciencia, sin crear problemas objetivos e insuperables de alcance internacional. A pesar de todo, la riqueza de Italia existe, está a la vista de todos y constituye aquel valor añadido de nuestra relevancia internacional, que nos da ciertamente un papel más importante y prestigio en el mundo. Son verdaderamente muchas las realidades paisajísticas y los lugares de arte que, independientemente las unas de las otras o en un conjunto sin igual entre ellas, constituyen el “tesoro italiano”, pero entre todas algunas son absolutamente únicas: entre éstas seguramente se destaca Venecia que, por su historia urbanística, histórico-artística y paisajístico-natural, representa precisamente aquel unicum que la ha hecho famosa e inimitable desde cualquier punto de vista en el mundo.
Esta característica ha convertido a Venecia en la primera ciudad del mundo para la que la UNESCO y su Director General, René Maheu, en el lejano 1966, cuando la ciudad lagunar fue sacudida por un desastroso aluvión (y mucho antes de que fuese inscrita en la lista de la UNESCO del Patrimonio de la Humanidad, inscripción realizada en 1987), lanzaron un llamamiento al mundo para la restauración de sus monumentos dañados. Fue de esta forma que en aquella época nacieron los Comités Privados Internacionales, todavía exis-tentes (y hoy acomodados en la Oficina UNESCO-BRESCE de Venecia), que tenían y tienen el objetivo de conseguir recursos auxiliares para la conservación del espléndido patrimonio, como integración de lo que el Estado italiano y las instituciones territoriales ponen a disposición regularmente. Quizás merece la pena recordar que una suerte análoga le tocó también a Florencia, otra espléndida maravilla del “tesoro italiano” asolada por el aluvión y por el desborde del río Arno, que fue testigo del acudir de jóvenes y no tan jóvenes desde todo el mundo para rescatar y poner a salvo de la furia devastante del agua, obras de arte y joyas bibliográficas únicas en el mundo: una vez más, esto sucedía antes de que Florencia entrase en la lista de la UNESCO de los Patrimonios de la Humanidad, es decir en 1982, y (como para Venecia) antes incluso de que se firmase en París la Convención que define los puntos esenciales para la individuación y la tutela de los “patrimonios de la Humanidad”, en 1972.
La peculiaridad de Venecia sin embargo va todavía más allá: su laguna, la hibridación entre naturaleza y asentamiento urbano, la mezcla entre tierra y mar, la vida simbiótica entre lo terrestre y lo marítimo, que establecen la particularidad del hombre veneciano, por un lado han constituido desde siempre tanto una atracción turística y cultural de aquella ciudad, como un elemento especialmente incisivo y a veces invasivo de su morfología biológica y urbana. Las intervenciones del hombre sobre la vida biológica de la laguna no han sido siempre ortodoxas y frecuentemente han terminado con crear más daños a la naturaleza de los que hayan sido los beneficios obtenidos por el hombre.
La consciencia de estas intromisiones y la visión frecuente de los daños correspondientes, han llevado en 1990 a la UNESCO, a través de su Oficina veneciana para la ciencia y la cultura (hoy BRESCE y entonces ROSTE), que en aquella época dirigía el científico y biólogo marino francés, Pierre Laserre, a poner en marcha, junto al Ministerio de la Universidad y de la Investigación Científica y Tecnológica Italiano (MURST), un proyecto sobre el ecosistema lagunar veneciano y sobre sus consecuencias negativas para las cimentaciones de los palacios inmersos en la laguna. Aquel proyecto tuvo un gran éxito, esta vez apoyado con el aprecio y la colaboración de instituciones científicas y académicas internacionales de primera línea y de diferentes países, como Francia, Reino Unido, Estados Unidos de América (en aquellos años todavía fuera de la UNESCO), Holanda, Australia, Corea, y también con la participación en la actividad científica de Universidades y Centros Nacionales de Investigación italianos, suizos, húngaros y daneses.
Las investigaciones han ido hacia delante y hoy la actividad de salvaguardia, valorización y desarrollo ecocompatible y sostenible de Venecia están a la orden del día de las instituciones nacionales e internacionales, aunque parece que la solución perfecta no se haya ideado todavía y aún menos puesta en marcha: Venecia hoy, más que nunca, gracias también a la UNESCO y a su fuerte capacidad de atracción y comunicación, se ha convertido en una meta soñada y con frecuencia alcanzada por millones de turistas, pudientes y menos pudientes, cultos e incultos, a la búsqueda de fortuna, cultura, riqueza, sueños o belleza. Ninguno de ellos ha sabido jamás, aunque quizás ni siquiera se ha planteado el problema, si su sueño/deseo de visitar Venecia fuese compatible con la conservación de un patrimonio inestimable e irreproducible como la ciudad lagunar, que corre el riesgo de “ahogarse” en aquel mar que al mismo tiempo desborda amor por lo hermoso y por el sueño.
Esta riqueza natural y construida, este conjunto mágico de tierra y agua, de sueño y de realidad, de estabilidad urbana secular y de inestabilidad del ecosistema marino, ha inspirado uno de los recorridos de investigación propuestos en la Conferencia Internacional de la UNESCO desarro-llada en El Cairo en febrero de 2002. En ella se animaban las iniciativas encaminadas a estimular el conocimiento de los patrimonios de la humanidad, de manera correcta, introduciéndolas dentro de un desarrollo sostenible del territorio sobre el que se han establecido y con la plena consciencia de tener que proteger algo que nos ha sido entregado por la historia y que debemos devolverle.
Este DVD nace para responder a la implícita, aunque no demasiado, invitación de la UNESCO de 2002 y para ofrecer a los profesores de las escuelas Asociadas con la UNESCO (¡casi 8000 en el mundo!) material util e idóneo para conocer y comprender y para hacer conocer y comprender las características individuadas por la UNESCO, para la correcta conservación de los sitios del Patrimonio, como garantía para las generaciones futuras, con una visión de desarrollo sostenible. Apenas hace falta recordar que nos encontramos precisamente en el corazón del Decenio para la Educación al Desarrollo Sostenible (2005-2014), deseado por la ONU y encomendado a la UNES-CO, para dar a esta dimensión de la vida y de la civilización contemporánea, una perspectiva de cotidianidad accesible y aceptable para todos: Italia, con su Comisión Nacional para la UNES-CO, está muy comprometida también en esta vertiente.
En este terreno fértil nace la idea. La Asociación Cultural Aliusmodi, personalizada en su presidente, Cecilia Preziuso, docente de profesión y por elección, coordinadora de la Red nacional italiana de las Escuelas Asociadas con la UNESCO y componente de la Comisión Nacional Italiana para la UNESCO, ha asumido de forma meritoria esta tarea, ideando el proyecto y el trato metodológico de esta delicada materia, y financiando también su realización.
Si la empresa triunfará, lo sabrán y lo podrán decir, sin embargo, ùnicamente las generaciones futuras, a las que este trabajo está dedicado con el amor y el empeño de quien hace de la belleza y de la libertad la medida de actuación y de juicio de su propia vida. En fin, a la posteridad la ardua sentencia.